La toreutica orientalizante
Procedentes del entorno del vado de Talavera de la Reina se descubrieron por azar a mediados del siglo XIX un conjunto de piezas metálicas que historiográficamente constituyen la primera noticia sobre la toréutica orientalizante en la Península Ibérica.
El conjunto de Las Fraguas está formado por un conjunto de piezas de bronce - jarro, brasero y timiaterio - que en opinión de algunos investigadores, eran privativos de los individuos principales de las elites locales, tanto en el área tartéssica como en su hinterland. En el caso de las dos primeras piezas, la asociación Jarro-Brasero parece formar un conjunto básico en los ajuares de los contextos funerarios más relevantes del periodo orientalizante peninsular. En estos contextos los investigadores han resaltado su doble papel, como bien de prestigio usado en vida por su propietario y como elemento protagonista de algunas de las ceremonias funerarias vinculadas al fallecimiento de su propietario.
En distintos lugares del Mediterráneo interconectados por el comercio fenicio, estos objetos de lujo se adscriben a personajes de elevado rango, lo que llevaría a considerar que en las comunidades indígenas de la Península Ibérica este “equipo ritual” aparece no solo como objetos de lujo sino como un vector de transmisión de una concepción y simbología del poder que se difunde entre las élites locales del área tartéssica y su hinterland. "Conjunto de piezas metálicas que constituyen la primera noticia sobre la toreútica orientalizante en la Península Ibérica" En el caso concreto de las Fraguas se suma a este ajuar canónico de las elites tartésicas, un timiaterio, que suele interpretarse como un indicativo del carácter sacro de su propietario. Podemos especular sobre este conjunto que, de formar parte de un ajuar funerario, este debería corresponder a un personaje de elevado status, similar al del único paralelo documentado hasta el momento, la tumba 17 de la necrópolis de La Joya en Huelva.